En esta primera mesa redonda de la «VII Jornada de Budisme a Catalunya. Viure la mort i el morir«, se aborda el tema del acompañamiento a los moribundos en el hospital. Participaron Alexandra Mejía Bernard, Dolors Soriano Pujol y Josep Ortí Ponsa, con la moderación de Herminia Roura Bonet. He dividido el resumen de lo dicho en la mesa redonda en dos partes y esta es la primera.
Las curas paliativas
Se habla de las curas paliativas y de quien compone los equipos. Aunque el equipo mínimo es el de una enfermera con formación específica y un médico, otros equipos son mucho más completos, de hasta 5 personas.
La formación está dispersa y no está reglada.
Para facilitar la comunicación con los pacientes y ante el aumento de las enfermedades crónicas avanzadas, se creó, en su momento, el documento de voluntades anticipadas. En los hospitales catalanes existe, además, el «pla de decissions anticipades» o «planificació avançada de decisions», también pensados para facilitar la comunicación con los pacientes.
Es muy importante hacer responsable al paciente de la toma de decisiones. Para ello la comunicación se realiza de igual a igual, no desde la postura clásica en la que el médico es el que sabe y el enfermo no.
Tratamientos y fármacos
¿Qué sucede con los protocolos durante el final de la vida? Los protocolos tienen una utilidad clara en la UCI, en urgencias, para los diagnósticos. No tienen mucho sentido para enfermos terminales ni para enfermedades avanzadas. Los protocolos son rígidos y los enfermos terminales cambian constantemente. Un cambio constante que requiere una respuesta personalizada para cada moribundo y para cada momento. En definitiva, las curas paliativas necesitan flexibilidad.
A medida que una persona avanza hacia el final de su vida y ya en este proceso, los tratamientos a los síntomas y enfermedades se van abandonando cuando ya no hay respuesta. Más que salvar la vida, algo que ya no tiene sentido, se requiere cuidar la vida, una atención personalizada que se centre en la calidad de vida. Es un tipo atención que también se realiza en el caso de convalecencia y largas estancias en el hospital.
En el proceso de final de vida hay muchas cosas que son difíciles de entender por parte de los familiares. Como por ejemplo, la retirada de la sonda que aporta hidratación. Y que coman dulces y otros caprichos por placer, para disfrutar, aunque ello esté contraindicado. «¡Es que se va a morir!», piensa la familia. Lo que le sucede a la familia es que se siente impotente, piensan que ya no lo pueden cuidar. Pero sí que pueden. Pueden limpiar, escuchar, acompañar… En esta fase es muy importante que el equipo de cuidados paliativos acompañe también a la familia y la cuide.
Sedación
A veces se ha confundido con la eutanasia. Añado que, para aclarar esta confusión, vale la pena leer el artículo «Sedación terminal, eutanasia y bioética«, de la Dra. Mª de la Luz Casas Martínez (Escuela de Medicina. Universidad Panamericana).
La sedación es paliativa cuando el sufrimiento es insoportable, sufrimiento tanto físico como psicológico. Antes de aplicar la sedación se habla con la familia y con el moribundo, ya que la sedación disminuye la consciencia y el proceso puede desembocar en la muerte. Desde el punto de vista budista, la consciencia está separada de la actividad cerebral y se puede mantener a pesar de la sedación. En cualquier caso hay que tener en cuenta que es importante morir tranquilamente y la sedación puede ayudar a ello.
La morfina, uno de los sedantes utilizados, tiene efectos secundarios pero se utilizan fármacos para contrarrestarlos. Hay que saber hacerlo y empezar poco a poco, ajustando la dosis en función de la respuesta. Según el budismo la morfina no afecta a la conciencia más sutil, ya que la consciencia no es material y la morfina sí.
La siguiente entrada será sobre la segunda parte de esta primera mesa redonda, acompañar el morir en el hospital, en la que participaron Alexandra Mejia Bernard, Dolors Soriano Pujol y Josep Orti Ponsa, con la moderación de Herminia Roura Bonet.
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