Una noche de insomnio, una libreta y las piezas del puzle
Durante aquella noche lo vi claro. En el cuaderno, siempre a mi lado, esbocé la idea que me quitó el sueño. Era como algo que quisiera recordar y estuviera en la punta de la lengua durante años. Años de búsqueda de mí mismo.
Me di cuenta de que hacía tres décadas que explicaba historias de ríos subterráneos y grutas cubiertas de estalactitas y estalagmitas. Eran artículos y conferencias sobre espeleología, sobre aquellos lugares que nadie había pisado hasta entonces. Y veían la luz en revistas y salas repletas de personas ávidas de naturaleza y exploración. La espeleología fue mucho más que una afición que duró décadas.
También me di cuenta de que mi andadura profesional de redactor empezó en 1998. Y es que las etiquetas limitan: entonces era Valentí Zapater, fotógrafo. Que lo soy. La fotografía es otra de mis herramientas con las que explico historias.
Total, que llevo más de 20 años poniendo palabras a reportajes, entrevistas, noticias, guiones de programas de televisión y notas de prensa. Sobre naturaleza, medio ambiente, aventura y deportes de montaña. Y no he parado.
Aunque me faltaba algo…
Lo tenía en la punta de la lengua: “Fotografía y viajes desde el corazón”. Ese fue el título de mi primer blog en 2010.
Mientras tanto, la crisis empezaba a hacer mella en mí y acumulaba deudas.
En 2011 sentí que alguna cosa dentro de mí reclamaba atención. Así que hice un retiro en el monasterio de Poblet. Y escribí: “Un mundo mejor”. Tenía la primera pieza del puzle: las personas. En especial las que no tienen sus necesidades básicas cubiertas. Y la segunda pieza: la naturaleza. Pues formamos parte de ella y nos alimenta.
Pero me seguía faltando algo…
Y la economía iba de mal en peor. Estaba angustiado.
Uno de los frutos de aquellas piezas del puzle fue el cuaderno 55 de la revista Opcions, en 2018.
Entonces partí de una idea arriesgada: hablar del final de la vida y la muerte. ¿Cómo queremos morir? ¿Cuidamos del medio ambiente y de nuestras voluntades en un funeral? ¿Qué opciones tenemos?
Esta idea la desarrollamos en forma de guion. Y la expresé en el papel con un reportaje (¡fotografía y texto!) y una guía práctica. Fue el cuaderno más vendido hasta entonces.
Pero aún me faltaba algo…
Algo que había salido a la luz alguna vez.
Además, las deudas aumentaban. Y llegó el divorcio. Y tenía una hija de 5 años.
Entonces conocí a Susi. Mi amiga es un faro que ilumina el camino en los momentos en que no veo la salida. Gracias a ella liquidé las deudas. Y pedí ayuda para explorar a fondo mi futuro profesional.
En ese trayecto me asaltaba de vez en cuando la pregunta que Susi me lanzó un día:
¿Qué es lo que nunca puedes dejar de hacer?
Me desperté a la una de la madrugada de aquella noche de abril, cogí la libreta y empecé a escribir. ¡Lo que me faltaba eran las emociones!
Ya tenía la respuesta.
Lo que nunca puedo ni quiero dejar de hacer es explicar historias de vida, aventuras transformadoras de la exploración de mí mismo y del entorno. Con emociones, que es lo único que nos conecta, que nos hace humanos.
¿Y para qué? Para acompañar a las marcas en su camino hacia la sostenibilidad, poniendo a las personas en el centro.
Conversación de un biólogo con un guía
—¿Este olor de qué animal es? —pregunté al guía local.
—De anaconda —me contestó.
—¿Y este de ahora?
—De mono chorongo.
Otro día seguíamos huellas de jaguar:
—Huelo a gato —dije.
Dos sombras salieron disparadas, a tres pasos de nosotros. Por su tamaño solo podían ser jaguares o pumas.
En la naturaleza (y en la vida) capto detalles sutiles. Tengo los cinco sentidos (o seis, o siete) a punto para disfrutar de todo lo que se me presenta. Y alimentar mi intuición.
Conversación de un biólogo con un guía
—¿Este olor de qué animal es? —pregunté al guía local.
—De anaconda —me contestó.
—¿Y este de ahora?
—De mono chorongo.
Otro día seguíamos huellas de jaguar:
—Huelo a gato —dije.
Dos sombras salieron disparadas, a tres pasos de nosotros. Por su tamaño solo podían ser jaguares o pumas.
En la naturaleza (y en la vida) capto detalles sutiles. Tengo los cinco sentidos (o seis, o siete) a punto para disfrutar de todo lo que se me presenta. Y alimentar mi intuición.
Ahora que ya sabes algo más sobre mí, ¿qué vas a hacer?
Si era pura curiosidad o stalkeo, pues hasta la próxima. Quizás bailemos en una jam de Contact Impro. O nos crucemos en un hayedo, atentos al susurro del río. O al tapiz de flores que se apresuran a brotar antes que las hojas cubran de sombra el bosque. O al repicar del pito negro.
En cambio, si necesitas textos o fotografías que conecten con tu público preocupado por el planeta y sus habitantes, escríbeme.