«Es la era de la información y entonces todo es… toda esta vaina que nos están lavando el cerebro todo el día. Que esto es una vaina creada por el hombre para joder al mundo, y entonces el mundo… ¡Esto es una angustia! 😫 Yo ya no quiero pensar en un coño. Yo quiero ser como antes, como en los 80, que uno era una libélula. Uno vivía… y uno no sabía un coño, y uno iba feliz. 🦋 Bebiendo güisqui feliz. Normal. Comiendo tequeños sin saber que eso era harina, y era queso, y era una vaca procesada, muerta para tí, para que tu vivieras, y la vaca estaba maltratada, y era usada, violada, escupida. 🤯 Y la harina era de trigo, era un trigo que era manipulado genéticamente para que tú… se te quede pegado a las paredes del estómago… 🤬 ¡Coñooo de la madreee! ¡Yo quiero ser libre otra vez!»

 

 

 

Gaviota sombría (Larus fuscus) volando.
Lesser Black-backed Gull (Larus fuscus) flying.

 

La sostenibilidad del consumo consciente

 

Qué hartón de reír con George Harris. Cuando llegué aquí, a 8:32, ya me estaba partiendo de risa, pero esto último fue lo máximo. Ya no podía más, lloraba. ¿Y por qué? Porque me sentí identificado. A veces llegaba a unos extremos con temas como el consumo consciente o la sostenibilidad que eran insostenibles para mí como persona.

 

Curioso, ¿no? Hablamos de sostenibilidad pero ciertos hábitos no son sostenibles para la salud mental de quien los practica. Eso sucede cuando somos muy estrictos. Cuando queremos llegar a todo, cambiar todos los hábitos de golpe. Cuando quiero ser buen padre, el mejor padre en todo momento. El padre perfecto. ¿Te suena? Eso puede llevar a una situación de estrés. Y que sea contraproducente. Vamos, que al final nos podemos cansar. Y parar en seco y pasar al otro extremo. Pues no. Es importante que el consumo consciente sea sostenible para mí. Esta es la cuestión: la sostenibilidad del consumo consciente y evitar la ecoansiedad.

 

Ya hacía años que había leído a Toni Lodeiro hablar sobre ello. Me sentí plenamente identificado. Por suerte le había visto las orejas al lobo y dije basta a tiempo.

 

Cambio de hábitos, sostenibilidad y consumo consciente

 

Como cualquier cambio de hábitos se tiene que hacer paso a paso. Es muy difícil cambiar varios hábitos al mismo tiempo. Tenemos que ir de uno en uno. Hábitos para consumir de manera consciente. Para la sostenibilidad. Para contribuir a un planeta más habitable para todas las personas. La cuestión es empezar por un hábito. Ser constante. Y cuando este hábito esté adquirido, más o menos después de un mes, pues a por otro.

 

Por ejemplo, durante el mes de octubre me propongo tener un cubo en la ducha, utilizarlo para recoger el agua hasta que esté caliente (e incluso el agua de mojarme y aclararme) y tenerla a mano para utilizarla en el inodoro. Para gastar menos agua. Cuando tengo este hábito adquirido me propongo otro. Durante el mes de noviembre participo en el Bicibús, acompañando a las criaturas durante todo el trayecto hasta la escuela, dos días a la semana. Para promover hábitos saludables y la reducción de vehículos contaminantes y ruidosos.

 

Todo esto no quiere decir que no podamos relajarnos en algún momento. No. Tomarnos las cosas de forma muy estricta es contraproducente. Voy a poner unos ejemplos.

 

¿Qué me pasó a mí?

 

Estuve colaborando durante unos años en el proyecto Consenso de Barcelona, cuyo objetivo era conseguir un mundo habitable para todo el mundo, mediante acciones colectivas y consensuadas de transformación social. Los que colaborábamos en el proyecto nos fuimos a pasar unos días a una casa en los Pirineos. Nos distribuimos en el mínimo de coches posible y, al llegar a la última población grande, nos paramos a comprar la comida para esos días. Vi, con horror, que íbamos directos a un supermercado. ¡Cómo puede ser! ¡Si eso va en contra de nuestros principios! ¿Cómo puede ser que transformemos la sociedad comprando en un súper?

 

Al cabo de un tiempo me relajé. Hemos ido de culo toda la semana. Estamos de vacaciones. Se hace tarde y tenemos ganas de comer. No tenemos tiempo, no nos apetece estar dando vueltas buscando tiendas donde haya alimentos de proximidad, de comercio justo y con el mínimo de envases. Relax. Así está bien. Es un hecho puntual, nos vamos a un súper y lo solucionamos todo en un momento. En un solo lugar.

 

Por cierto, cuando se inaugure FoodCoop cambiará radicalmente el concepto de supermercado en Barcelona.

 

Segundo ejemplo. Estoy harto de cocinar, limpiar y recoger. Necesito un fin de semana con mi hija y que me lo hagan todo. Y estar en contacto con la naturaleza. Veo una buena oferta de casa rural pero no es posible llegar en transporte público + bicicleta. Ni combinándolo con un taxi, pues el precio se dispara. Alquilo un coche y se acabó. Relax. Así está bien.

 

Tercer ejemplo. Me apetece un rato relajante. Realmente me apetece llenar la bañera de agua caliente, echar uno o dos quilos de sal, aroma de lavanda y estarme allí media hora sin moverme. ¡Pero no! ¡No puede ser! ¡Voy a gastar 10 veces más agua y energía! Lo hago. Relax. Es una vez al año. O dos. O las que sean, no es cada día. Así está bien.

 

¿Cómo hacer que el consumo consciente sea sostenible para nosotros?

 

Tomar la sostenibilidad de nuestros actos y el consumo consciente de forma estricta no nos lleva por buen camino. Podemos tener unos hábitos sostenibles pero con flexibilidad, pueden haber haber excepciones. Que por la razón que sea necesitamos hacer las cosas de forma diferente. Y es muy importante que nos lo podamos permitir.

 

¿Os ha ocurrido alguna vez que sintáis que os estáis exigiendo demasiado con vuestros hábitos de sostenibilidad y consumo consciente? Me encantará leeros en los comentarios.