Hay otoños discretos y bellos al mismo tiempo. Amarillos y púrpuras que estallan entre el verdor de pinos, encinas y robles. Otoños de secano. Otoños tardíos. Son muy diferentes de la borrachera e intensidad de los hayedos, que todo lo rodean y no dejan espacio para nada más. En el libro «Monestirs. Història i art. Excursions a la natura» hay alguna excursión de este tipo, como la que asciende a Sant Martí del Canigó. Si bien la primera mitad transcurre a través de un encinar, en la segunda los robles, castaños y hayas aportan el típico ambiente otoñal. Son más, en cambio, los monasterios situados en plena zona de clima mediterráneo continental donde el otoño es más tardío y se hace patente en el paisaje mediante manchas de amarillo y púrpura que salpican el quejigar. Se trata del arce de Montpellier (Acer monspessulanum). Este arbolillo suele acompañar a los quejigos (Quercus faginea) en las umbrías del interior de Catalunya y se viste de gala habitualmente durante el mes de noviembre. En la ruta del monasterio de Santa Maria de Vallbona su presencia es evidente al inicio, en la Obaga dels Bosquets, y en la ruta del Santuari del Miracle en tota la zona de la Rasa de l’Estany.
Nos quedan, además, la viñas, tan ligadas a los monasterios. Santa María de Poblet, Santes Creus y Santa María d’Escaladei son excelentes ejemplos donde las excursiones que se describen en el libro nos permitirán sumergirnos en un otoño de amplios horizontes.
Deja tu comentario