Día de mezcla de emociones en la Amazonía de Ecuador. Han sido más de 5 h en barca río abajo, más de 100 km hasta la comunidad de Zábalo, en plena Reserva de Producción Faunística de Cuyabeno. Me levanto muy temprano por la mañana. Salgo de la mosquitera y bajo del piso de madera que nos separa un metro y medio del suelo, a menudo inundado. La barca nos lleva media hora más río abajo hasta un lugar cualquiera con una casita. Calzados con botas de agua, nos adentraremos todavía más en la selva. Casi no podemos seguir el ritmo de nuestro guía de hoy, Henry, que con sólo 10 años conoce perfectamente los caminos donde nosotros, sin ninguna duda, nos perderíamos y tardaríamos horas o días en regresar. Henry, nieto del chamán Atanasio, pertenece a la comunidad cofán, la que habita esta zona de la Amazonía y nos acoge.
Después de casi una hora a ritmo cofán, Henry, muy callado, señala el árbol más alto de la zona, donde anida la rapaz más poderosa del planeta, el águila harpía. Este es nuestro objetivo en el día de hoy y de todo el viaje a Ecuador, pero el nido está vacío. El pollo ya vuela y no permanece todo el día en el nido. Siento que una de las ilusiones más grandes del viaje no se va a hacer realidad por el momento, ver a Cunsi Pindo, la señora de los monos, el espíritu del bosque. Los monos forman parte de la dieta del águila y, efectivamente, debajo del árbol encontramos cráneos y otros huesos de estos animales. Como existe cierta posibilidad de que el pollo vuelva al nido esperamos pacientemente. Aunque quizás no vea a Cunsi Pindo el viaje ha valido la pena, pienso.
De repente, el inconfundible grito del águila rompe el silencio. Calculamos que estará a más de 50 m, en otro árbol, imposible de ver. A pesar de todo el corazón me empieza a latir más rápido y, después de un rato, el pollo vuela hasta al nido y se deja ver. Alzo la cámara con el objetivo de 400 mm y me viene al corazón la emoción más grande que he sentido nunca al ver a un animal. Cunsi Pindo está ahí arriba, moviendo la cabeza graciosamente de un lado a otro, levantando la corona de plumas, observándonos despreocupada y curiosa. Estuve realizando fotografías del animal desde todos los puntos de vista y encuadres posibles, apurando el tiempo al máximo. Me hubiera gustado estar ahí arriba, con el águila, pero estaba en el suelo. Era el momento de dar gracias a la naturaleza por tener este privilegio, abrazando al gran árbol del nido. Casi sin darme cuenta sentí algo que me llenaba el corazón y me subía para fusionarme con el águila y todos los seres vivos del planeta y con todo el cosmos. Abandoné el lugar agradecido y con lágrimas en los ojos.
que bé, valentí!!!
estic contenta que visquis coses tan precioses i preuades…. i… especialment… que ho facis des del cor!!
un petó, preciós!
marina.
Valenti,
brutal
Hola Valentí,
Emocionant relat. Sensacions úniques quan s’assoleix l’objectiu de veure i fotografiar una especie tan escassa i emblemàtica com l’Harpia.
Salutacions.
Fantàstica entrada Valentí !!
[…] situat en un dels nius que els membres d’Ukhupacha vam poder controlar l’agost del 2009 durant la nostra col·laboració amb SIMBIOE en el marc del Programa de Conservació de l’Àguila Harpia a […]
[…] és tercera i última de la sèrie sobre sobre Equador, les altres dues van ser sobre Tandayapa i l’àguila harpia. Tot plegat ho vaig escriure l’agost de […]
[…] cultura Chachapoya, de trepitjar nous camins inques, ocults durant els últims 5 segles i d’observar a l’àguila harpia a la selva amazònica. A l’audiovisual explicaré en viu i sobre les meves fotografies les exploracions dels nous […]
[…] viaje de regreso a la guardianía. Fue en este lugar tan apropiado que Pedro nos habló sobre el águila arpía – la más grande y fuerte de toda América. Hace su nido en las plataformas de los imponentes […]