Texto: David Biller. Fotos: Valentí Zapater. (Ir a la primera entrada o bien al índice)
If you want to read it in English see below.
Visitamos Yasuní durante la temporada de caza del mono. Cuando llueve mucho el río crece y se inunda una parte de la selva. Esto hace que sea más fácil cazar monos, ya que se pueden encontrar a lo largo del río y, si se retiran, se puede entrar con la canoa en el bosque inundado. A continuación se muestra el audio de Saúl y Zancudo en el bosque inundado cazando un mono saki con su cerbatana y dardo envenenado, y susurrando con entusiasmo en Wao:
[soundcloud url=»https://soundcloud.com/davidbiller/waorani-monkey-hunt»]
Cuando llueve menos los peces se ven obligados a permanecer en una corriente más estrecha y menos profunda que hace que la pesca más fácil. También es el mejor momento para ver jaguares, que salen de las profundidades de la selva para encontrar agua. Mientras tanto, los pecaríes engordan comiendo la fruta del suelo del bosque, ahora seco. Así que después de la temporada del pescado viene la temporada de pecaríes, que los Waorani cazan con lanzas. La dieta Wao está así en sintonía con el ritmo natural de la selva, a pesar de que con mucho gusto cazarán cualquier cosa que venga fuera de temporada.
La visita durante la temporada del mono tenía un gran pro y dos contras. Pro: la mejor temporada para tener la seguridad de llegar a Jatuncocha (laguna Jatun) y a otros lugares en canoa. Contras: no hay avistamientos de jaguar y comer carne de mono. Yo no como nada de carne roja, pero era parte de la experiencia y no la iba a dejarla pasar.
La primera cosa que se debe tener en cuenta para rustir un mono es que al quemarlo con el fuego el aire se llena con el hedor repugnante del pelo quemado. Ello mató el poco apetito que me quedaba. Después utilicé las manos para frotar la piel chamuscada de la carne caliente del cadáver, y me tocó el dudoso honor de quitar la piel del pene con mis dedos pulgar e índice. En otras palabras, le hice una paja a un mono muerto.
Me di cuenta a través del olfato del gusto exacto que iba a tener la carne de mono, pero esperaba con todo mi corazón de que estuviera equivocado (no lo estuve). No fue una experiencia de “sabe como a pollo”, sabía presumiblemente como a ser humano. Comer el ventrículo izquierdo del corazón fue un buen anticipo para comer las costillas, que sabían tan fuerte que eran repugnantes. Además, la carne de la costilla era tan fibrosa que fue imposible de masticar, por lo que tuve que triturarla entre mis molares y romperla en pedacitos más pequeños que pudieran ser tragados con convicción. Saúl, por su parte, llevó su comida a la canoa y, con los codos apoyados en la borda, la devoró con gusto.
Debajo, una foto de Chuso preparando nuestro desayuno con su cocina: patacones (plátanos machacados, fritos y salados). Más abajo, una foto del desayuno Waorani: tripa de mono. Ni siquiera podía pensar en comer el mono de nuevo y mucho menos sus intestinos. De hecho, me acabé sintiendo enfermo / aletargado durante todo el día a causa de la cena la noche anterior.
Continúa en Contactando: pueblos no contactados vs. pueblos remotos.
Words: David Biller. Photography: Valentí Zapater. (Go to the first post or to the index)
Si quieres leerlo en castellano ves más arriba.
We visited Yasuni during monkey season. When rainfall is high, the river is swelled and it floods some of the jungle. This makes it easiest to hunt monkey, because you can find them along the river, then pull your boat into the flooded forest if they retreat. Below is the audio of Saul and Zancudo within the flooded forest hunting a Monk Saki monkey with their poison dart blowgun, and whispering excitedly in Wao:
[soundcloud url=»https://soundcloud.com/davidbiller/waorani-monkey-hunt»]
When rainfall is less, all the fish are forced into a narrower, shallower flow that makes fishing easier. It’s also the best time to see jaguars, which come out of the jungle depths to find water. Meanwhile, peccaries get fat by eating the fruit laying on the now-dry forest floor. So, after fish season comes the season of peccaries, which the Waorani hunt with the spears. The Wao diet is thus attuned to the jungle’s natural rhythm, though they’ll gladly hunt anything they come upon out of season.
Visiting during monkey season had one big pro and two cons. Pro: best time for us to to be sure we could reach Laguna Jatuncocha and elsewhere via canoe. Cons: no jaguar sighting, and eating monkey meat. I don’t eat any red meat whatsoever, but it was part of this whole experience and I wasn’t going to pass it up.
The first thing you should realize about roasting monkey is that throwing it on the fire fills the air with the pungeant stench of burned hair. This killed what little appetite I had. We then used our hands to rub the singed fur from the corpse’s hot flesh, and to me fell the dubious honor of removing its penis fur between my thumb and forefinger. In other words, I gave a handjob to a dead monkey.
I could tell from the smell exactly how monkey meat was going to taste, but hoped with all my heart that I would be wrong. (I wasn’t.) It was not a tastes-like-chicken experience; it tasted presumably like human. Eating the heart’s left ventricle was fine relative to eating the ribs, which were so gamey it was revolting. Plus the rib meat was so sinewy that it was impossible to chew, so I had to gnash it between my molars and tear it into smaller bits that could be forcefully swallowed. Saul, meanwhile, took his meal to the canoe and, elbows resting on the gunwales, dug in with gusto.
Below, a photo of Chuso manning the stove and cooking our breakfast: Patacones (mashed, fried and salted plantains). Below that, a photo of the Waorani breakfast: monkey tripe. I couldn’t even consider eating monkey again, much less its intestines. In fact, I wound up feeling sick/lethargic all day from the meal the night before.
It continues at Contacting uncontacted vs. remote peoples.
¡Kawymeno! Ajá, en casi todas las fotos aquí expuestas puedo ver a Saúl; veo a «Mosquito» en la cuarta foto, sentado con pantalones cortos. Fueron dos de los wao a quienes conocí y con quienes compartí mucho de sus vivencias y costumbres. Acabo de recordar a Anaento hijo mayor de Kai Imana Aiwa; Kai es el jefe wao de esa comunidad; el segundo hijo es Yakata; Gabamo es el tercer hijo de Kai y estudiaba leyes (abogacía) en la Universidad Técnica Particular de Loja y se perfilaba con sucesor del Kai dignidad que por tradición le correspondería a Anaento.
Recuerdo que desde la población de Orellana (antiguamente, y aún hoy por algunos, llamado Coca) viajábamos -periódicamente- el equipo de médicos a cargo de la salud de ellos. Desde uno de los muelles salíamos en bote a motor (llamado «deslizador») siguiendo el río Napo y en unas 4 horas llegábamos hasta Nuevo Rocafuerte en donde hacíamos una parada logística por unos 30 minutos; esta población ecuatoriana limita con el Perú del que lo separa uno de los afluentes del río Napo, el río Yasuní. Una vez terminada esta parada obligatoria avanzábamos por este río Yasuní, contra corriente; tras otras 4 horas más de viaje mirando esas «charapas» (tortugas de río), esas mariposas azules con enormes alas, a veces bandadas de papagayos, etc, etc, llegábamos finalmente a Kawymeno (pleno Bloque 31) … mucho de que hablar, mucho que recordar… agradezco a Dios haber tenido tan gratificante experiencia.
Me ha sido muy grato leer y ver esta página. Gracias nuevamente.
Gracias Boris, se agradece conocer otras experiencias por la zona. Supongo que has visto que en este blog hay varias entradas sobre Yasuní y enlaces a todas las fotografías en mi página web https://shan.photoshelter.com/gallery/Yasuni-National-Park-Parque-Nacional-Yasuni/G0000b6wMWwxGC44/C00002anVmDqFCLE